Submitted by jorge on Mon, 17/12/2018 - 06:45
Aunque se trate de un delito leve, sin trascendencia alguna, el método para llevarlo a cabo fue algo…, retorcido, por decirlo de una manera suave.
Manuel, un madrileño de 62 años, convivía en una vivienda con su madre de 92, hasta que un día dejó de verse a la madre para extrañeza de los vecinos.
Fueron estos los que tras 1 año de dudas y cuestionamientos y ante las vagas explicaciones que Manuel aportaba sobre su madre, alertaron a la Policía que derribó la puerta y entró en la vivienda.
Ahí se encontraba el cadáver de la madre, dentro de un sarcófago casero envuelto en plástico.
El “niño”, enfermero militar en épocas pasadas, la había tratado para poder conservarla durante ese año, mientras seguía cobrando los 600€ de pensión de la anciana.
Si bien lo detuvieron inicialmente y está acusado de un Delito de Fraude, no de Homicidio ni Asesinato porque la muerte se produjo de manera natural, con posterioridad el Juez le dio la Libertad a la espera de realizarle una declaración, ya que se estableció que cuenta con sus facultades mentales afectadas.
Si, quizás cometió el Delito de Fraude por seguir cobrando una pensión que no le correspondía, pero mantener 1 año en su domicilio el cadáver de la persona que, quizás, más quería, en el lugar donde comía, dormía y pasaba el tiempo, no debe ser un plato de gusto para nadie, por lo que no nos extrañe que lo traten como una persona perturbada, pero no como un delincuente.