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UNA CÁRCEL GUAJIRA. EL 1º DÍA

Dibujo Una Cárcel Guajira. El 1º Día Y la Ley llegó representada en un sargento de camisa abierta y camiseta percudida y un cabo de la policía local. Constataron los hechos, permitiendo que varios lugareños retiraran al ilustre anciano en parihuela a la Casa de Salud de lugar. Horas más tarde lo trasladarían en coche al hospital de Santa Marta. A Reinaldo, a la cárcel de Ciénaga, acompañado, claro está, del cuerpo del delito: su moto.

El edificio carcelario se erigía en una sola planta, con el despacho del sargento al fondo, tres celdas que daban a un rellano donde se encontraba el escritorio del cabo y poco más. Las celdas solo contaban con largos barrotes en la zona del rellano y tres paredes de adobe, una de las cuales poseía un ventanuco embarrotado a través del cual se ofrecían las vistas de la plaza central del pueblo. El suelo del recinto era de tierra apelmazada, las paredes y techos de adobe y ninguna de las celdas poseía algún tipo de banqueta, camastro o catre, ni que decir tiene, de urinario o similar.

Reinaldo, soportando su cuerpo dolorido aferrado a los barrotes mientras suplicaba al cabo por un vaso de agua, comparó esa toma fotográfica con la de la última película de John Wayne, y reconoció el lugar donde se encontraba como la copia exacta de la prisión típica del medio oeste americano, siglo y medio después, claro está.

Pidió hablar con su abogado de Cartagena de Indias; ni modo, no había teléfono público. Rogó por comida: que esperase, que había que encargarla a alguna buena señora de la localidad. Además, se le acusaba de haber lesionado gravemente a un ilustre ciudadano del pueblo y mientras no llegaran los resultados médicos del hospital, cosa que llevaría algunos días, bastantes, ni abogado, algo de comida y poco más.

Soportó lo que quedaba de día machacón y caluroso, propio de estas latitudes guajiras, para tumbarse llegada la noche, al fresco de una de las esquinas de la celda. Entre los chirridos de las cigarras y el humo de tabaco peleón del cabo que se colaba entre las rejas, cedió paso a un sueño que lo mantuvo en un duermevela continuo.

Mapa penitenciario

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