Al rapero Hasel le han caído dos años de cárcel por enaltecimiento del terrorismo, condena límite para no entrar en prisión.

Se ve bien a las claras que la Sala le ha querido dar un toque de atención con la sentencia, pero no provocar su entrada en prisión, quizás por su juventud, quizás porque esta sentencia pudiera promover desórdenes llevados a cabo por jóvenes afines a su pensamiento o tan solo para demostrar que vivimos en un país democrático donde la libertad de expresión es respetada… hasta cierto punto, claro.

Por otro lado, desconocemos las intenciones de Pablo Hasel, nacido en una familia acomodada, comunista, según él, por convicción, al ensalzar acciones terroristas de grupos armados algunos de ellos ya desaparecidos, y de los que apenas conoce sus acciones, ya que por edad y/o situación geográfica no se encontraba en el lugar de los hechos ni cercano a ellos.

¿No será que desea alcanzar el estrellato musical utilizando letras en sus canciones que darán de qué hablar, saltar a la fama aprovechando un discurso provocador y no por su calidad musical?

¿Qué conocimiento tiene de Terra Lliure o de la Baader Meinhof, desaparecidos cuando el cantante contaba 3 y 10 años respectivamente? ¿Sufrió de cerca, y a sus apenas 15 años, el atentado del 11-M o algún familiar suyo se encontraba entre las víctimas de esa acción? ¿Conoce las bases ideológicas de los etarras o ha intercambiado ideas con ellos para defender su causa?

Y no apoyamos la labor de este Gobierno ni la del principal Partido de la oposición, ni mucho menos, pero qué fácil es ensalzar lo desconocido o lo que por distancia geográfica o temporal no te afecta, con el ánimo de morder el dulce pastel del éxito, ¿verdad, Pablo? 

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