Submitted by jorge on Wed, 12/09/2018 - 06:43
Un tribunal que desde tiempos ha sido una institución anquilosada, densa, partidista e inoperativa, por fin, parece que se va a renovar algo, colocando en su presidencia, probablemente, a una mujer.
Ya iba siendo hora, porque el Tribunal Supremo ha sido y es un Alto Tribunal falta de operatividad, donde los recursos se retrasan meses y años en darles respuesta -exceptuando los que interesan por conveniencia política o partidista, ejemplo de ello son todos los autos referentes al Proces-, donde la presión de los diferentes Gobiernos inclinan la balanza de un lado u otro, donde la mayoría de los Magistrados pertenecen al partido político gobernante, donde sus Magistrados son elegidos por el Rey y a propuesta del Consejo General del Poder Judicial, cuyos miembros, a su vez, son nombrados por el Congreso y por el Senado, por lo que la independencia de decisiones es prácticamente imposible.
Pero el hecho de que el actual Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presione a fin de que la elegida para presidir dicho tribunal sea una mujer -eso sí, con el ánimo de demostrar su compromiso actual con el reparto de cuotas-, es para nosotros un acierto, ya que creemos que pueda renovar con ello la inmovilidad de dicha institución.
Hay varias candidatas para el puesto, entre ellas Ana Ferrer, perteneciente al colectivo Jueces y Juezas por la Democracia, y Lourdes Arastey, miembro de la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria y magistrada del Tribunal Supremo y, asimismo, algunos candidatos, entre ellos Francisco Marín, miembro también de la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria, pero en este caso y conociendo como conocemos este tribunal, desearíamos que fuera una mujer la que lo presidiera e insuflara en el ese soplo de aire fresco y honestidad necesarios.
Ahora nos queda esperar.