-Oye, ¿sabes que las perras chivatas de este módulo de mierda se han chivado a los funcionarios de mí?
Me quedo calibrando un instante lo dicho por el energúmeno, aflojo la tirantez de mi cuerpo y respondo:
-No tenía ni idea. Con lo del destino apenas paro por aquí. De todas maneras, no me extraña. Siempre se quejan, pero por lo bajini y...
-¿Sí?, ¿sí? ¿Y qué dicen esas perras, qué dicen? ¿Por qué no me lo sueltan a mí, a esta cara, soooo perrrrrras?- desliza las últimas palabras con la rabia escapando entre los dientes, mientras se da palmas en su mejilla.
-Pues...imagínatelo Pablo, porque te liarías a hostias con ellos, que es a fin de cuentas de lo que te acusan, ¿no?
Trata de mantener su actitud orgullosa, perdonándome la vida con la mirada. No obstante, al ir percibiendo la magnitud del acontecimiento y lo solo que se encuentra en un módulo hostil, su dureza flaquea.
-Bueno, ¿y tú, tú qué me aconsejas que haga?, ¿me lío a hostias con todos y me llevan al chopano, o qué?- termina, derrumbándose.
Una idea cruza mi mente con velocidad de vértigo a la vez que va hilvanando los flecos sueltos.
-Hombre, tú que sí eres un tío de verdad, por qué pierdes el tiempo en un módulo de mariconas cómo este. A mi me enviaron del 3 aquí y no tengo más remedio que quedarme. Pero tú, con este marrón que te ha caído y para evitar que te calcen un parte o tengas una movida, ¿por qué no pides el traslado al 3? Allí solo hay ruinas y delincuentes de verdad, con dos cojones, tiarrones como tú.