-Ese José –grito en el más puro estilo taleguero.
-¿Me escuchas?
-Sí, payo, disme, ¿qué charrambuaste de mi pare? Eso de que si ansina era un desputa, mi pare, un desputa. Te voy a dar muley, eso muley, cuando sarga de aquí -terminó con voz colérica.
Medito durante unos segundos. Me doy cuenta que no ha entendido el termino, y aunque lo hubiera entendido, no conoce su significado. Me propongo, y dado que cuento con todo el día y los siguientes, de realizar una labor pedagógica con el gitano, además de tratar con ello de salvar mi cuello.
-A ver, José –hablo de manera estridente a la vez que contenido –yo no he insultado a tu padre, solo dije que era un déspota contigo por las palizas que a diario te da. Déspota significa una persona que abusa de otro, que sabe que tiene el poder sobre el otro y se aprovecha. ¿Me has entendido, tronco?
Una calma casi irreal se apodera del pasillo. Seguro que estará rumiando el contenido de mis palabras. Al cabo de un rato interminable oigo:
-Gueno, payo, si ansina dises que es eso, te creo. Pero te voy a desir una cosa. Mi pare me pega porque el mu sorro se pispa que me coloco. Ér sabe que me pongo y eso…, se guerve loquito y entonses viene y me canea. Pero tú sabes, mi pare y mi mare son sagraus y no ha nasio er guapo que se diga argo malo de ellos.
Sigue hablando, dándome sus argumentos mientras respiro a sabiendas de haberme librado de una buena. Todavía queda por ver cómo reaccionará el padre cuando regrese de permiso. Espero que nos lleven al módulo antes de la vuelta del gitano mayor. Ni siquiera pienso en el hermano de éste, ya que si lo hago, no pegaré ojo.