El caso es que su padre es peruano, llegado de los Andes a Madrid, pero con las malas costumbres inoculadas desde infante. Viaja por toda Europa vaciando los bancos con soltura y desfachatez. Hasta que un día, que en compañía de otros dos andinos da un golpe a una sucursal del Dresdner Bank en Zurich, y mientras sus acompañantes vacían las cajas y él apunta con su fierro a los clientes en la cola, se fija en la mujer que en ese momento intentaba cambiar unos dólares. Le quita los billetes con saña, para acto seguido percatarse que son falsos. Ella no protesta; solo lo observa y sonríe. Él, estupefacto, mira los billetes para después mirarle a ella.
Es una española guapa, piensa, y lista, sigue pensando. Después del atraco los tres salen zumbando del banco con el botín, además de llevarse a la española a punta de pistola, sobraba la pistola, como rehén consentido.
A los dos meses contraen matrimonio. Al año nace el primogénito, Emiliano, detrás del cual y a año por pieza, va apareciendo el resto.
El padre es detenido en diferentes ocasiones, hasta que a estas alturas del paseo, se encuentra encerrado en una prisión suiza a la espera de juicio. El hermano menor pasa unos meses de retiro forzoso en la cárcel de Navalcarnero, y una de sus hermanas, la mayor, en la de Alcalá mujeres. Solo la madre y la más joven se encuentran en la actualidad en libertad; por el momento, claro está, y ocupadísimas entre las visitas de los unos y de la otra, y las interminables reuniones con los abogados, para los unos y para la otra.
Mi amigo aparece por la puerta. Me entusiasmo. Pero no se dirige al patio, sino que toma las escaleras en dirección a la celda. Al cabo de unos minutos baja con su bolsilla y viene hacia mí.
-Buenas noticias. Me llevan a Ingresos para darme un trabajo, destino como lo llaman aquí. Mañana o pasado te llevarán a ti también; no te preocupes. Bueno, tío, me voy. Nos vemos mañana –y con esto dicho y un apretón de manos, se aleja raudo.
Una sensación agridulce recorre mi cuerpo. No las tengo todas conmigo. No sé por qué, pero presiento este adiós, sino para siempre, si por un largo periodo. Intuyo que nuestros caminos que durante años se manejaban paralelos han tomado a partir de ahora cada uno una bifurcación. Espero equivocarme.
Con este post vamos a dejar la historia de Yo... Mi Experiencia por unos días. En breve volveremos con esta pequeña saga taleguera. Mañana comenzará otra, El Camino de la Droga que estamos seguros os gustará.
Gracias a todos por vuestro interés.