-Y te doy con la mano abierta para que veas que aquí, a las mariconas, se les da así. Los hombres nos pegamos con los puños. Ah, y otra cosa, cuando salgas del tigre, aquí no ha pasado nada. ¿Está claro? –le suelta el Filetes al paisano mientras le señala con el dedo.
El caso es que la brasileña lleva varios días sin pegar ojo pendiente del vis-vis. Está deseosa de ver a Edgar, así se llama el paisano, y eso que no lo conoce físicamente. Le ha enviado alguna fotico, y no está nada mal el chico. Además, durante estos meses que se llevan carteando, el Edgar le ha dicho tantas cosas bellas: le ha prometido amor eterno, casarse, crear una familia, tener muchos hijitos, vivir en Medellín…, ah no, eso no, en Medellín, no. Quizás en Bahía, hasta en Sao Paulo, pero en Colombia, ni loca.
Y por fin llega el día en cuestión y Cesárea aún no las tiene todas consigo. Desde que se ha levantado, que no despertado, ya que no ha dormido en toda la noche, sigue dándole vueltas al tema del vis-vis.
-Pero, Elisabeth María, ¿cómo voy a facer el amor con un garoto que no conozco? Solo lo he visto en foto y le he escrito cartas. ¿Qui fazo?
La colombiana suelta una carcajada.
-Manda güevo, mija. Primero está jodiendo durante meses diciendo que está sola, que quiere conocer a alguien, que necesita un man y toda esa joda. Y ahora que encuentra uno que le gusta, joder, se me agüeva. No mijita, pa lante sin miedos, que la vida es corta y se nos está escapando en esta cloaca -termina de decir la colombiana eufórica.