Hacía un par de semanas llegó al centro una cunda desde una cárcel catalana. Y entre los recién llegados hizo su aparición un extraño compi. Nada más descender del canguro, todos sus compañeros de viaje deseaban ayudarlo con su bulto, amables y caballerosos. Los picoletos soltaron un par de risas, pero pasaron rápidamente del tema. No así los funcionarios de ingresos y los destinos del mismo módulo, que miraban la escena con incredulidad. No obstante, pronto entenderían la situación cuando los de azul recibieron la documentación de manos de la Benemérita.
-A ver, ¿nombre? –preguntó el funcionario.
-July Arango Jiménez –respondió la recién llegada con voz modulada, aunque algo grave.
-Pero qué cojones me estás contando, cabrón. Aquí, en tus documentos, apareces como Raimundo Arango Jiménez. Así que déjate de gilipolleces, y dime, que lo quiero oír de tus labios, cómo cojones te llamas –le soltó cabreado el funcionario.
-Ay, ya le dije, señor funcionario, que soy July Arango Jiménez, ¿o es que no lo ve? –soltó la nueva adelantando sus abultados pechos.
El de azul comenzó a enrojecer de rabia.
-Y tú, soplapollas, ¿no ves que vas a acabar en el chopano, por gil y sobraó?
-Pero, pero señor funcionario…, yo estoy operada; ya soy mujer, totalmente mujer.
-Entonces, ¿por qué coño apareces aquí con el nombre de Raimundo si no tienes pito, me lo quieres contar? –se disparó ya el funcionario, sin saber como reaccionar ante la increíble noticia.
-Pues, mire, señor funcionario –le dirigió la palabra la July, bajando los ojos y susurrando sus palabras –porque después de operarme comencé a hacer los papelitos para el cambio de sexo y sacarme el nuevo DNI, y fue entonces cuando me detuvieron; pero soy una hembra como una casa.