Desde el último vis-vis del Filetes y la colombiana, la relación epistolar entre ambos se acrecenta, al igual que los deseos de la carne. Después de tiempos de ayuno carnal, la cata que se degustaron en el vis-vis les ha abierto el apetito por lo refinado, y no por la bazofia de la alemanita, contento egoísta y superfluo. Aprovechan el menor resquicio y descuido de los funcionarios entre clase y clase, para desatar sus pasiones reprimidas tras las columnas del sociocultural o echar un rápido polvillo de aquí te pillo y aquí te mato en algún aula desocupada o en el tigre de ese espacio. Para ello han de aprovechar los quince minutos de café del recreo; tiempo más que suficiente. Van adquiriendo la destreza del prestidigitador, y al descuido, alcanzan a descargar en esos minutos sus furores eróticos hasta en un par de ocasiones.
Incansable, la colombiana va haciendo acopio de preservativos entre sus compañeras, por si la suerte les sonríe y se encuentran en cualquier punto del centro y rematan en un abrir y cerrar de párpados la faena. Pero siempre y aunque sea de rapidez, Elisabeth María le calza una gomita al niño antes de echarlo; solo el primer condón, y sin su conocimiento, no cumplió con su cometido. Se escurrió antes de tiempo, y la pobre sin saberlo.
Por ello, al siguiente vis-vis, se toman todo el tiempo del mundo. Una hora y media se ha convertido para ellos en una eternidad, que sin embargo, apenas hace mella en sus largos tiempos de condena. El Filetes, en esta segunda salida al ruedo, entra a matar con mucha más soltura, seguro del último intento glorioso. Y por fin la colombiana percibe algo similar a lo que se entiende por cariño; alguna caricia perdida se escurre de las manos del Filetes después de recibir éste las continuas demostraciones de afecto, quizás en exceso melosas, de Elisabeth María. Pero ella es así, una mezcla de sangres ardientes alejada de su patria, necesitada del calor familiar, en vigilia del tacto de sus hijos y desmemoriada en cuanto a carnes y sudores de varón se refiere. Por todo esto se entrega al Filetes en cuerpo y alma y se revuelve como tigrilla cuando no recibe en contraprestación todo lo que ella aporta. Y hasta el momento, el menda solo da todo de lo que su cuerpo adolece, pero apenas una brizna de sentimientos.