Submitted by jorge on Mon, 02/08/2010 - 08:00
DURANTE EL MES DE AGOSTO, COLGAREMOS RELATOS DE DIVERSA ÍNDOLE, PERO ALEJADOS DEL MUNDO PENITENCIARIO. CON ELLO DESEAMOS DAR UN SOPLO DE AIRE FRESCO A LA PÁGINA.
Era negra, de un negro cobalto. Yo rubio, de un blanco asalmonado, apenas. Ella humilde, muy humilde y del barrio de Bazurto. Yo, foráneo y extraño en un país de colores bestiales y haciendo que hacía las Américas. Ocurrió en una ocasión, no más; no se repetirá, pensé.
Llevaba un negocio de venta de pescado frente al mercado negrero de Bazurto. Eran mis clientas las descendientes de esos esclavos que junto a Pedro de Heredia llegaron por vez primera a esta costa del Caribe. Ayudaron a los conquistadores a erigir su Imperio de las Américas, a levantar el castillo de San Felipe, el convento de la Popa y las murallas que intimidarían a corsarios y piratas de islas distantes. Junto a un puñado de españoles al mando de Blas de Lezo, defendieron y humillaron a Vernón en su intento de demostrarle al mundo que esa plaza cambiaría de manos. Sí, en estas mamitas morochas, bombeaba la sangre de los que más adelante se convertirían en cimarrones sin más ánimos que salir de su esclavitud a una vida sin ahogos.