Submitted by jorge on Thu, 29/07/2010 - 08:27
Y con esto abandona el economato, que durante tanto tiempo fue su refugio, para nunca jamás.
Llega al sociocultural, a la bibilioteca. Ahí pone a todos sus compis al corriente, escueta, con pocas palabras, tal como ella es, escasa de demostraciones. La abrazan, la besan y le desean lo mejor. Incluso los funcionarios y funcionarias de dicho módulo la despiden con buenos deseos y una pronta libertad, pero eso si, manteniendo las formas, guardando las distancias.
La tarde transcurre entre sollozos y achuchones a los que ella responde con una ligera mueca amable y poco más. Las suyas la van a echar de menos, y las enemigas encubiertas encontrarán con su partida un nuevo nicho donde hacerse fuertes y elegir a una nueva kie que sustituya a la gitana muerta, ahora ya sin la oposición de las sudacas, descabezadas de lider.
Esa noche tarda en conciliar el sueño, entre otras y dejando sus pensamientos de lado, por la chachara que le propina durante horas su compañera Cesárea, que entre lloriqueos y absorción del moquillo, le aporta un recital sonoro que en parte distrae sus tristezas. Han sido dos años de unión inquebrantable, de quince horas diarias de chabolo por los setecientos treinta días de ese tiempo, de verse, de hablarse, de sentirse y, por que no decirlo y aunque solo ocurriera en una ocasión, de amarse. Se conocen más que a sus propias familias y cada cual esconde los secretos más íntimos de la otra. Cuando por fin se adormecen de madrugada, ambas saben que no volverán a verse jamás y que este adios ha sido el último, el de para siempre.
A las ocho y durante el recuento le avisan.
-Cardozo, a ingresos. Lleve todas sus cosas – le espeta la funcionaria.
Sale del chabolo arrastrando una gran, gran bolsa de basura. No puede sola. Es su vida acumulada durante estos dos últimos años, y todo ello, en una gran, gran bolsa de basura. La observa y un halito de tristeza recorre su faz.
-¿Me ayuda, Cesárea? – le pide desde el pasillo a su compi.
Ésta se rebota desde la litera y baja como un resorte.