Podemos aceptar que alguien utilice estratagemas de cualquier tipo con el fin de defraudar dinero al Estado, a la Seguridad Social u a otra entidad dependiente de la Administración.

Pero lo que no entendemos ni compartimos, que una madre aproveche la edad infantil de su hijo para lograr unos fines económicos, afeitándole cabeza y cejas y postrándolo en una silla de ruedas, provocando con ello su inseguridad y ser la diana de las burlas de los demás niños.

Y todo, con el fin de de recaudar la pensión de invalidez de su hijo y otras prebendas que a través de esa situación obtenía.

Y los tres años que vaya a pasar en prisión no van a ser un camino de rosas; muchas de sus compañeras son muy susceptibles a los delitos donde las víctimas sean los hijos o simplemente, niños.

Mientras sigan existiendo progenitores que antepongan sus intereses económicos o de cualquier otra índole por encima del bienestar de los menores, no podremos hablar de convivir en una sociedad civilizada.

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