Submitted by jorge on Mon, 11/03/2013 - 11:02
Nuestro patrimonio arqueológico está siendo expoliado a diario ante la impasibilidad del Ministerio de Cultura y la Administración.
Ahora, con la excusa de la crisis y la falta de medios materiales para hacer frente a los saqueadores; antes, debido a las escasas pruebas aportadas, pero siempre encuentran una excusa para no hacer frente a esta lacra.
Con un buen detector de metales, un saqueador experto puede captar señales hasta una profundidad de un metro, metro y medio, siempre y cuando los objetos enterrados sean de gran tamaño; los exvotos, las fíbulas, las monedas, las lanzas y demás objetos de menor volumen los detectan apenas a unos treinta o cuarenta centímetros.
Lo que está claro es que los expoliadores conocen su oficio, no dan puntada sin hilo, y dirigen sus pasos a los puntos donde se encuentran los tesorillos: las necrópolis.
Primero localizan el poblado y a continuación, en las afueras del mismo, buscan la necrópolis, y ahí comienzan a barrer de manera sistemática el terreno hasta dar con las tumbas; después es cuestión de cavar con el azadón y la pala hasta dar con el enterramiento.
La venta posterior del tesoro se realiza por los conductos habituales de marchantes de arte, galerías y casas de subastas, llegando las piezas a los puntos más distantes del planeta.
El que suscribe conoció a uno de estos profesionales que contaba en su casa con más de cuatro mil piezas, entre ellas un carro de cuadrigas y seis braseros de bronce tartésico. Hasta que la Guardia Civil dio con él después de años de investigaciones, ofreciéndole una salida airosa: donar todo al Museo Arqueológico de la ciudad o entrar en prisión. La cesión de lo que quedaba de su colección fue inmediata.
De estos casos existen muchos en nuestro país, pero nadie mueve ficha y así, nuestro Patrimonio Cultural termina sus días allende los mares.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/08/actualidad/1362778464_149081.html