Submitted by jorge on Mon, 04/11/2013 - 08:01
Sí, créanlo, desde el 2010, las prisiones de los Estados Unidos que aplican la pena de muerte se quedaron sin el pentotal sódico, el anestésico utilizado para evitar el sufrimiento al reo antes de inyectarle el bromuro de vecuronio que provoca la parálisis y bloquea la respiración, y finalmente dar la estocada con el cloruro potásico, que paraliza el corazón… y de ahí al hueco.
Parece ser, que el pentotal sódico es el que evita unos dolores tremendos provocados por los otros dos productos, y lo que debería ser una pena de muerte “humanizada”, se convierte en un verdadero potro de torturas debido a la falta de eficacia de los medicamentos sedantes que, ante la escasez de dicho pentotal sódico, se están aplicando desde hace tres años.
Pero, claro, como se trata de “putos presos” que no merecen ni siquiera una muerte medio digna, pues a inyectarles sedantes de pacotilla que ni en las clínicas veterinarias utilizan con los animales.
Tampoco nos llama la atención la falta de delicadeza de este país para con sus reos, ya que históricamente comenzó con la aplicación de la horca y los pelotones de fusilamiento, para a continuación achicharrar a sus ciudadanos malos en la silla eléctrica, asfixiarlos posteriormente en la cámara de gas, para al final y por motivos humanitarios, aplicarles la inyección letal.
Pero parece que esto es demasiado light, y ahora hay que regresar poco a poco a los orígenes, y que los condenados a muerte sientan de manera más intensa el fluir por sus venas de los venenos que en unos instantes acabarán con sus vidas, y mientras tanto, el respetable asistiendo en vivo y en directo a la función de las 7.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/11/03/actualidad/1383453776_444978.html