Submitted by jorge on Tue, 11/03/2014 - 07:50
Hoy, hace 10 años, varias explosiones sacudieron el corazón de la Península… muchos murieron, otros quedaron lisiados, bastantes tocados, y todos, todos los españoles impactados.
¡También los presos residentes en las cárceles españolas!
Nos levantamos, algunos, con la confusa noticia retransmitida por los medios, pero no fue hasta las 9 de la mañana con la bajada al patio cuando todos reaccionamos a una realidad que se nos hacía, en ese momento, propia de otras latitudes: un atentado con varias explosiones y muchos muertos.
El run-run taleguero se propagó de inmediato, como de inmediato nos enteramos que varios compis de la prisión de Alcalá-Meco, Centro Penitenciario cercano a las estaciones de Cercanías afectadas, habían perdido a varios familiares y amigos en dicha masacre.
Ahí mismo sonaron las alarmas.
El Gobierno aseguraba que se trataba de varios atentados ejecutados por ETA, y los funcionarios recibieron de Instituciones Penitenciarias la orden del inmediato encierro incomunicado y a fin de preservar su integridad, de los presos etarras encarcelados en las prisiones españolas, en especial, a los de la cárcel de Alcalá-Meco, lugar en cuyos patios ya empezaban a oírse gritos desesperados y amenazantes de los presos afectados contra los probables asesinos.
Fue una jornada de inquietud, de amenazas y de dimes y diretes.
Al siguiente día la paranoia aumentó al entrecruzarse las diversas informaciones sobre el origen real de los autores de la escabechina: éste cabalgaba entre ETA y la nueva versión, la de los yihadistas islámistas.
Esa misma tarde las alarmas internas volvieron a encenderse y la orden de I.I.P.P. fue diametralmente opuesta a la del día anterior: los presos etarras deberían volver a los patios, y todos los musulmanes, en concreto, los recluidos por su relación con la Yihad, deberían ser aislados y mantenidos incomunicados de manera total.
La sorpresa fue mayúscula para el resto de los internos.
El cruce de órdenes, opiniones e intimidaciones de los funcionarios de prisiones y de los presos fue constante durante esos tres primeros días.
En esa última jornada, repentinamente y sin que nadie lo esperara, hubo un llamamiento a 5 minutos de silencio por los difuntos, en todos los patios de todas las prisiones españolas, donde funcionarios y presos permanecieron unidos en un solo sentimiento y en total silencio.
Ni antes ni después se ha dado un hecho similar, y creo no se dará.
El agua y el aceite no se funden.
http://www.20minutos.es/noticia/2078997/0/11m/gomez-bermudez-juez/entrevista/