Submitted by jorge on Mon, 27/07/2015 - 14:06
A grosso modo, esto es lo que ha hecho un hindú de 22 años condenado por asesinato, Pankaj Pahade.
No contento con exigir que le regresaran a la prisión cercana a su hogar y donde fue recluido en un primer momento y trasladado con posterioridad a otra más distante, y en vista que no se tomaban en serio su petición, escapó de esta última para volver por su propio pie a la primera.
Ahora el problema se le acrecienta, porque va a ser expedientado por ello y quizás trasladado a una prisión aún más lejana que la última en que residió.
Y al hilo de esta noticia con ciertos toques de humor, queremos hacer hincapié que en España contamos con el mismo problema, ya que si bien la Ley enfatiza en la necesidad de la vinculación familiar y que cada interno, en la medida de lo posible, esté recluido cerca de su ciudad de residencia y familia, Instituciones Penitenciarias reubica a "sus internos", en conducciones interminables, en las prisiones que ella determina por interés estratégico (hacinamiento, adecuaciones y reparaciones de ciertas prisiones, peligrosidad, etc.) y no por el interés de los presos, y nadie, ni el Juez de Vigilancia Penitenciaria, puede oponerse a ello.
De ahí que encontremos a una gran parte de las personas privadas de libertad repartidas por diferentes prisiones de la geografía nacional y distantes de sus hogares y ciudades, pero como I.I.P.P. es la única competente en materia de traslados, a jod… toca.
A ver si vemos algo más de humanidad en los encargados de dictaminar el destino final de los reclusos.