Submitted by jorge on Fri, 15/01/2016 - 06:51
Nuestra sociedad cuenta con las herramientas legales y judiciales para condenar a prisión a las personas que cometen un delito.
Hasta aquí entendemos que sea lícito que dicha sociedad se proteja de sus miembros “descarriados” y los separe, temporalmente, de la vida en común.
Lo que ya no es tan lógico ni social, es olvidar que dichos individuos “fuera de la Ley” cuentan, en la mayoría de las ocasiones, con una familia, con hijos, que no tienen porque padecer los errores de sus progenitores, ni la pareja cargar de manera repentina con todo el peso de un hogar.
Pero esta sociedad también estigmatiza a estos últimos, los aparta y los abandona a su suerte.
Y son los Sistemas Penitenciarios mundiales lo que mayor crueldad aplican a estas familias de presos, en el trato durante las visitas, en los contactos telefónicos, en la opacidad de la información, en las comunicaciones en general.
Todas estas vicisitudes por las que han de deambular estas mujeres, madres, hijos terminan por desmembrar estos núcleos familiares, llevarlos a la exclusión social, además de desamparar a los niños, exponerlos a la crudeza de la calle, al abandono de los estudios y, en muchas ocasiones, a seguir los pasos trazados por los padres presos.
Por poner un ejemplo, en los Estados Unidos unos 2,7 millones de niños tiene a un progenitor en prisión, generalmente al padre. En España, puede calcularse en 200.000 personas las que directa o indirectamente se encuentran afectadas por tener a un miembro en la cárcel.
Para favorecer medidas alternativas a la prisión existen en el mundo algunas ONG que luchan por los derechos de esas familias, por presionar al estamento judicial a fin lograr esas alternativas, por dar soporte informativo y logístico a dichas familias, y por hacer caer en cuenta a los ciudadanos que las personas cercanas a los presos no han de sufrir los resultados de los delitos cometidos por ellos.
Y por último, hacer hincapié que muchas de estas personas privadas de libertad merecen una segunda oportunidad o su delito es tan nimio, que el pago de una multa o de un servicio en favor de la comunidad sería mucho más provechoso para ellos y para el resto de la sociedad.