Submitted by jorge on Tue, 20/09/2016 - 06:51
Es llamativo enterarse que un joven pueda llegar a tener unos celos y un deseo de control tan desmesurados de su novia como para instalarle en el móvil un programa espía que controla y graba desde las llamadas telefónicas hasta los Whatsapp, pasando por los mensajes, su ubicación y las contraseñas.
Al poco de conocerla le regaló un móvil donde instaló este programa espía y, desde ese momento, controló todos los movimientos, qué digo, toda la vida diaria de la chica que vio como su privacidad desaparecía de un plumazo. A su deseo de abandonarlo él amenazaba con suicidarse, hasta el día que ella descubrió que su móvil se encontraba intervenido, momento en que el joven la amenazó con el ánimo de recuperar el teléfono, sabedor de lo que le podía acaecer en caso de ser comunicada esta acción a la Policía.
No iba desencaminado.
La Fiscalía le pide 4 años de prisión por un delito contra la intimidad por revelación de secretos, y otros 3 años por tres delitos de coacciones, además de unas medidas de alejamiento por una falta de vejaciones injustas, entre las que se establecen 8 ½ años de alejamiento físico y de comunicaciones de la chica.
No es baladí la posible condena de cárcel que le va a caer a este joven, pero jugar con la intimidad y el control de las personas es jugar con la libertad individual de cada cual:
No hagas a los demás lo que no quieras que hagan contigo.