Submitted by jorge on Thu, 03/11/2016 - 06:29
En una ocasión preguntamos a una Educadora –miembro de la Junta de Tratamiento de una prisión- cuales eran para ella los peores delitos y tipos de presos que se encontraban a su cargo.
Nos respondió que los asesinos, los narcotraficantes, los camellos, los, los, los…
-¿Y los violadores, pederastas, pedófilos, etc.?-, volvimos a preguntar.
-Bueno, sí, han delinquido pero aquí, en prisión, son buenos chicos, no nos dan problemas, se comportan.
-¿Usted no tiene hijos?
-Sí, dos hijas.
Y ahí quedó la cosa, que eran buenos chicos y que a ella no le afectaba directamente.
Por eso, que a Tomás Pardo, un preso que recurrió ante la Audiencia de Barcelona los permisos de salida denegados hasta en 13 ocasiones por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, pero que debido al informe favorable de la Junta de Tratamiento de la prisión de Brians salió de permiso gracias al auto de dicha Audiencia, fue a Igualada y secuestró, durante ese primer permiso, a una mujer de 52 años en la puerta de su casa, la violó, le clavó seis puñaladas en el cuello y la abandonó herida y semienterrada, lo traten con paños calientes nos parece un despropósito.
Lo que llama la atención de este caso es que Pardo cometió en 2002 unos hechos similares por lo que ya fue condenado a 20 años de prisión, condena en la que se encontraba inmerso hasta que salió a este permiso y volvió a cometer este nuevo delito al que nos hemos referido.
Este tipo de delincuentes son enfermos irremediables, sin solución, pero cómodos para las Juntas de Tratamiento y Funcionarios de las prisiones: NO DAN PROBLEMAS, SON BUENOS CHICOS.