Submitted by jorge on Thu, 10/11/2016 - 06:51
Sabemos de él hace decenios.
Es una de las mayores fortunas de España.
Apenas lo conocen; es discreto en grado sumo: ni usa tarjetas de crédito, ni teléfono móvil y solo se mueve con guardaespaldas, su jet privado o su yate, My Steel.
Cuenta con una de las mejores colecciones de coches antiguos.
También, con una ganadería de reses bravas.
Y una de las más extensas fincas de caza de España.
Además, posee una manzana de casas unidas entre sí en pleno barrio de Chamberí de Madrid, incluida la antigua Embajada del Reino Unido, parcela donde instalará la piscina de la que es su casa del centro de Madrid y que da a la calle Zurbano.
De su anterior mujer, María Palma Polonia, hija de un famoso crítico taurino, se divorció, dejando un hijo a sus espaldas y alegando que carecía del dinero suficiente para pagarles una pensión.
Heredó una fortuna de su padre, el industrial del acero, José María Aristraín Noaín, que murió en 1986 en un accidente de helicóptero y dejó a sus dos hijos el imperio del acero español, imperio que éste hijo multiplicó en los años siguientes con fusiones, adquisiciones, Opas y demás, hasta convertirse en una verdadera fortuna nacional.
Ahora, entre la Abogacía del Estado y la Fiscalía, piden para José María Aristraín de la Cruz, 1.400 millones de euros y 64 años de prisión por más de 15 delitos fiscales, dado que lo defraudado, según el informe, asciende a 210 millones de euros, la mayor acusación realizada en España a un persona física por fraude fiscal.
El simulaba residir en Suiza, donde pagaba impuestos, contando con un entramado de sociedades en diferentes paraísos fiscales.
El cerco comienza a cerrarse sobre él, aunque presumiblemente y con la fortuna que cuenta, llegará a un acuerdo con la Agencia Tributaria y la Fiscalía, pagará un pellizquín de todos los montones que posee, y ni cárcel ni nada que se le parezca.
¿Por qué motivo, los ricos desean ser más ricos, y cuánto más tienen más quieren?
¿Será una enfermedad contagiosa?