Submitted by jorge on Mon, 14/11/2016 - 06:51
De cuando en cuando nos felicitamos por toparnos con noticias de esta índole, ya que son escasas cuando deberían ser comunes.
Una mujer de un pueblo de Granada regaló a su hija de 12 años, a regañadientes y con ciertos escrúpulos, un teléfono móvil para que hablará con sus amigos –todos tienen uno -mamá -le decía su hija-, y whatsapeara, pero con la condición que no entrara en internet ni contactara con desconocidos.
Todo iba bien hasta que en uno de los controles que la madre realizaba de manera habitual y sin que la niña se percatara, dio con el perfil de un niño sin foto incluido en un grupo de Whatsapp con el que su hija chateaba.
Le preguntó a la pequeña de quién se trataba, y ésta respondió que de un amigo de una de sus amigas, pero que era un tonto por la manera de comunicarse.
La madre, extrañada de encontrar un perfil incógnito en un joven de esa edad, comenzó a indagar, a llamar al teléfono en cuestión –siempre contestaba un adulto-, hasta que forzó a su hija a crear un nuevo grupo con ella y su marido como si se tratara de otros “amiguitos”, y al cual invitó a unirse al extraño amigo.
No paró hasta tener claro que se trataba de un adulto y que éste había pedido a su hija fotos de sus bragas y otras intimidades.
Cuando puso en conocimiento de la Guardia Civil el asunto -ya mascado, con nombre y datos del personaje-, la Benemérita no tuvo dificultad en arrestarlo y comprobar que había “contactado con al menos 13 menores y con algunas de ellas en persona y no solo a través del teléfono”.
Ahora viene el problema, ya que las agresiones a menores de 16 años se penan con 8 a 15 años de cárcel, pero si el depravado sexual solo contacta con ese menor a través de internet o el móvil, la pena asciende de 6 a 24 meses, por lo cual, esta pobre mujer esta aterrada del momento en que este pervertido salga de prisión.
¿Se ha de legislar de nuevo sobre este ítem?