Submitted by jorge on Wed, 07/12/2016 - 06:48
Llevamos años oyendo a diferentes Ministros de Justicia plantear un cambio de la Ley de Enjuiciamiento Criminal a fin de de facultar a los Fiscales como Jueces de Instrucción.
La actual Ley de Enjuiciamiento Criminal se creó en el siglo XIX y desde entonces se ha ido reformando en infinidad de ocasiones, aunque el cambio de rol, perdón, la ampliación de facultades que propone nuestro actual ministro de Justicia, Rafael Catalá, donde el “Ministerio Fiscal sea el eje central de la instrucción protegido por un juez de garantías” ya fue proyectado por el anterior ministro, Gallardón, aunque sin éxito.
Ahora Catalá vuelve a la carga proponiendo una sarta inacabable de medidas para gestionar, tal y como él asevera, “una reforma integral de la Justicia”, entre otras, desjusticializar la Política, la revisión de las Tasas Judiciales, mayor protección a los denunciantes en los casos de corrupción, imprimir agilidad a la Justicia y a los procedimientos judiciales, la digitalización de los Juzgados, una mayor dotación de recursos humanos y materiales, aumentar la protección a los menores, etc., etc., etc., y, lo que nos lleva al meollo de este asunto:
Dar al Fiscal la facultad de actuar como Juez de Instrucción.
Y tiene su lógica, ya que hasta este momento el Juez de Instrucción iba de la mano de la Fiscalía en la instrucción del sumario, y con el apoyo de la Policía Judicial.
Con este cambio, el Fiscal pasaría a llevar personalmente la instrucción del sumario con el apoyo de la Policía Judicial y la protección de un Juez de Garantías. Éste último, llevaría a cabo su cometido controlando varias Fiscalías, por lo que ahorrarían en tiempo (el Fiscal realizaría la Instrucción y su función primigenia a la vez), en Jueces (dejarían su puesto de juez instructor), en dependencias y personal judicial (una sola dependencia cuando antes se duplicaban al igual que el personal adscrito a ellas) y otra serie de ventajas que hacen de este propuesta un proyecto necesario para la Administración.
Otra cosa es que, por fin, lo saquen adelante y no quede, como es habitual entre los políticos, en pura palabrería.