Submitted by jorge on Mon, 12/12/2016 - 06:50
No se habla de otra cosa en las calles de Colombia.
Y no es que se trate de un caso aislado, ni en el tiempo ni por el tipo de delito, pero si es uno de los primeros procesos donde toda la población del país, incluidos los privilegiados, claman Justicia al unísono.
Un abogado pudiente y de una familia tradicional de Bogotá, Rafael Uribe Noguera, de 38 años, cruzó en su todo terreno de lujo los escasos metros que unen una de las zonas residenciales privilegiadas de la capital colombiana con otra paupérrima y donde residen los menos afortunados, de donde raptó a la pequeña niña campesina, Yuliana Andrea, de 7 años, para de regreso a su imponente apartamento, torturarla, violarla y, finalmente, asesinarla.
Era tal la impunidad que él pensaba poseer, que ni siquiera hizo el esfuerzo de hacer desaparecer el cuerpo, tan solo lo ocultó debajo de su jacuzzi.
No se inmutó durante su detención, apenas parpadeo, aunque parece ser que cuando ingresó en prisión la situación cambió, ya que varios líderes carcelarios de la prisión de la Picota se negaron a compartir espacio con él, siendo amenazado e insultado por el resto de presos.
Y lo que le espera, si ha de pasar largos años en las prisiones colombianas, es fácil de imaginar, aunque teniendo recursos económicos... No obstante, pensamos que en este asunto ni eso lo salvará de la quema.
Situaciones de este tipo se dan de continuo, hasta que una hace saltar la mecha del hartazgo y la indefensión, y entonces la sociedad reacciona y comienzan a tomarse medidas.
Esperamos que esto ocurra a partir de este hecho en Colombia, país maravilloso donde los haya, pero que al igual que otros de dicho continente, el promedio de niñas que son agredidas sexualmente es de 21 menores de entre 10 y 14 años, esto D-I-A-R-I-A-M-E-N-T-E.