Submitted by jorge on Wed, 14/12/2016 - 06:51
Sigue sorprendiéndonos, cuando tras más de una centena de golpes, los protagonistas de la película logran levantarse y continuar con el intercambio de zurriagazos, porque eso es lo que se dan, auténticos zurriagazos y siguen como si nada, con un par de hematomas y brechitas, pero poco más.
La vida real es diferente.
Un portero de discoteca búlgaro propinó UN SOLO PUÑETAZO a un joven que le dio, supuestamente, algún problemilla en una discoteca que custodiaba en Murcia, y el golpeado se desplomó como un saco, inconsciente.
Ahora se teme por su vida, ya que se encuentra en la UCI, en coma y con una fractura de cráneo.
No nos es desconocido el mundillo de los porteros de discoteca y por ende, el de ciertos gimnasios, ya que de estos lugares y estos personajes surgen en muchas ocasiones el trapicheo de droga y los ajustes de cuenta.
En los patios de las prisiones españolas encuentras más de uno de estos “puertas”, musculados en gimnasios y alimentándose de proteínas que adquieren por demandadero en botes descomunales, y los cuales imponen su criterio en base a amenazas y demostraciones de fuerza, pocas veces a través de diálogo y el respeto.
Suelen ser condenados por menudeo de droga o agresiones a terceros, y cuando salen, regresan a lo que saben hacer: menudear y atizar.
Se debería profesionalizar esta profesión, valga la redundancia, realizando para ello cursos y pruebas no solo de condiciones físicas, también de cultura y civismo.