Submitted by jorge on Wed, 01/03/2017 - 06:48
Los presos en España son trasladados de Cárcel a Cárcel, de la Cárcel al Juzgado, de la Cárcel al Hospital, de Provincia a Provincia y, así, a todos los lugares a los que, por necesidades del guión, sea necesario trasladarlos, en conducciones que en ocasiones duran horas, sin una parada, con apenas lugar en las cabinas para moverse, y esto ocurre así durante decenios.
Y los p… presos se han tenido que callar, que tragarse la humillación de ir en un canguro sin poder ver la calle, doblados, sin movilidad, sin bebida, con calores asfixiantes y fríos gélidos, pero como esos son los desahuciados sociales y son del montón, pues nadie reclama y, si lo hacen, ni puñetero caso.
Ahora llega el caradura de Francisco Correa de la mano del aún más caradura de su abogado, Juan Carlos Navarro, que hábilmente y por medio de algún profesional amigo se ha hecho con un informe médico donde se asegura que su defendido sufre de claustrofobia, y pone patas arriba Instituciones Penitenciarias por haber trasladado a Correa en un furgón policial a una vista en la Audiencia Nacional, cuando los Magistrados de dicho Juzgado habían eximido a este recluso de asistir debido a la “demostrada” claustrofobia que sufre.
Y el abogado pide explicaciones a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias por haber conducido a su defendido, tal y como asegura, en "unos vehículos inhumanos que utiliza el Instituto Armado para trasladar a los presos".
Señor mío, a todos los casi 70.000 presos residentes en las prisiones españolas se les traslada en dichos transportes llamados en el argot carcelario, “canguros” y, si alguno sufre de claustrofobia”, se j…, ya que no cuenta con un abogado sinvergüenza como usted que se saca informes médicos de la manga para que su defendido, un delincuente de guante blanco y que ha disfrutado todo lo que ha podido con lo sirlado a la Administración, pueda evitar el duro trance de ser traslado de diligencias junto a compañeros lumpen.
Qué Correa hubiera hecho en su momento cábalas de lo que le esperaba si se descubría el pastel.