Submitted by jorge on Mon, 27/03/2017 - 06:24
El tema de la trata de seres humanos nos trastoca, mucho más si esos seres con los que se trafica son menores.
No es la primera noticia de este calado que tocamos, no por ello deja de sorprendernos, una vez más, la ambición grotesca de unos padres negociando las bodas forzadas de su hija menor de edad.
La primera de las uniones se fraguó en Rumanía cuando la niña tan solo contaba 12 años, por el rito gitano y entregada a un hombre de 21 que conoció el día de la unión, por lo que los padres se embolsaron una sustanciosa dote.
Tras unos meses de matrimonio él la rechazo y los padres de la pequeña buscaron otro marido con otra dote similar a la primera a fin de engrosar su propia bolsa.
La joven quedó embarazada, tras lo que fue repudiada por el segundo marido y devuelta a sus padres con un problema añadido, situación que en Rumanía parece no despertó el interés de la policía.
Tras el parto los padres se trasladan a España con su hija y el bebé, y es en Córdoba, ciudad donde fijan su residencia, donde comienzan a buscar un tercer marido para la hija, ya de 16 años, 2 matrimonios a sus espaldas, 1 bebé y otro matrimonio a la vista.
Ella no está dispuesta, por lo que intercambia información por internet con otros compatriotas que le aconsejan que huya del hogar paterno y denuncie el hecho ante la Policía Española, que sí reacciona de inmediato ante estos hechos.
A los queridos papis se les imputa delitos de trata de seres humanos con el fin de forzar un matrimonio no deseado, y el de malos tratos en el ámbito familiar.
No entendemos que en el seno de la Comunidad Europea haya países que no reparen en este tipo de delitos y, si lo hacen, apenas los persiguen.