Submitted by jorge on Mon, 03/07/2017 - 06:24
El gran problema de las cárceles latinoamericanas es, además del hacinamiento y las desastrosas instalaciones, que los presos peligrosos y con recursos acceden a todo tipo de armas, lujos y comodidades gracias a la corrupción que se da entre los funcionarios de prisiones y cuerpos de seguridad de esos países.
Pero esto se ha acabado, aparentemente, en Honduras.
El actual presidente, Juan Orlando Hernández, con el ánimo de terminar de una vez por todas con las peligrosas Maras del país y cuyos dirigentes siguen dirigiendo dichas bandas desde prisión, ha mandado construir dos prisiones de alta seguridad, el Pozo y la Tolva, siguiendo patrones de algunas prisiones de los Estados Unidos y muy semejante en instalaciones y funcionamiento a la de Guantánamo.
Los jefes de las Maras y sus lugartenientes que se encontraban recluidos en prisiones como la de San Pedro Sulá, ubicada dentro de la ciudad y en la que contaban con aire acondicionado, televisiones de plasma, frigoríficos, cocineros, teléfonos móviles, ordenadores, armas y demás lujos dentro de las celdas, además de servicio de prostitutas, se han visto trasladados a estas dos nuevas prisiones donde sus vidas han cambiado drástica y radicalmente:
• Incomunicación entre presos.
• 1 preso por celda, construida en hormigón, con cama de hormigón y un urinario de aluminio; nada más.
• Solo comunican con familiares directos en una sala de comunicación (antes las familias entraban a los módulos y la mujer dormía con el interno en prisión)
• No cuentan con televisión, ni radio, ni equipos de música, ni libros, tan solo una Biblia.
• 1 hora de salida a patio.
• Videovigilados las 24 horas al día.
Los 2.000 presos más peligrosos del país han sido trasladados a estas prisiones que se encuentran ubicadas en medio de la nada y cuyo funcionamiento ya ha sido criticado por el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas, ya que según ellos, “un régimen de aislamiento prolongado durante el tiempo de cumplimiento de la condena es contrario a los estándares internacionales de derechos humanos, que solo lo permiten como una medida estrictamente limitada en el tiempo y como último recurso”.
Veremos si Honduras termina por medio de este procedimiento con las mafias de las Maras o, si por el contrario, los funcionarios de estas prisiones vuelven a caer en la tentación del dinero fácil y estos jefecillos de Maras vuelven a ostentar el poder presidiario.