Submitted by jorge on Fri, 08/06/2018 - 06:45
Siempre se ha dicho que la juventud es atrevida y arriesgada y, por contra, en la edad adulta y, en especial, en la tercera edad, los riesgos se evitan o, por lo menos, se miden con más cautela.
Sin embargo, la codicia o el dinero “fácil” atrae no solo a jóvenes, sino también a ancianos, ya que sino no se entiende, que un hombre y dos mujeres septuagenarios, regresarán de un supuesto viaje de placer del Perú con más de 4 kilogramos de cocaína dentro de los bolsos de ellas y diluida en varias botellas de licor.
No tomaron ni siquiera la precaución de camuflarla en maletas de doble fondo, no, la traían sin esconder en los bolsos dentro de envases plásticos, como si de dulces del país se tratara.
Lo que para la Guardia Civil aún no está claro, es si se trataba de una mercancía propia que habían adquirido y pagado para posteriormente venderla aquí, si la portaban para terceros sin saber a ciencia cierta lo que contenían los envases y las botellas, sistema llamado “Gancho Ciego”, o si se trataba de mulas contratados por otros por lo que cobrarían una cantidad después de entregar la mercancía una vez franqueado el control aeroportuario.
Hemos visto métodos de todo tipo para entrar droga en un país, unos inverosímiles, otros carentes de toda humanidad, pero enviar a tres personas de edad avanzada a un viaje condenado en muchas de las ocasiones al fracaso y que tengan que pasar los últimos años de vida en prisión, nos parece, cuando menos, cruel.
Sí, ellos decidieron por sí mismos, es verdad, pero qué fácil es prometer un paraíso de abundancia cuando el contratado se encuentra en una situación de necesidad.