Submitted by jorge on Thu, 28/02/2019 - 06:43
Ahora, después de años de silencio, no venimos a enterar que las enfermeras de Instituciones Penitenciarias se encuentran en un estado de abandono manifiesto y prácticamente sin médicos que dirijan las Enfermerías de las diversas prisiones de España.
Estas enfermeras, más de 500, apoyadas por el Consejo General de Enfermería, denuncian que esta profesión se guía en las prisiones aún por un Reglamento obsoleto, ya que data de 1981, además de acumular horarios de trabajo que impiden la conciliación familiar, con turnos precarios y sin apenas médicos, dado que en los últimos años ha habido una jubilación masiva de estos profesionales de prisiones.
Debido a este último problema, las enfermeras, durante su horario de trabajo en la cárcel, hacen las funciones de médico, de farmacéutico, y de auxiliar de enfermería, dando órdenes, en ocasiones telefónicas, sobre las salidas de internos a los hospitales o deciden el tipo de medicación que hay que suministrar a un recluso enfermo.
Es decir, una situación kafkiana donde ellas se juegan la seguridad o la vida de los presos y su propia carrera en caso de cometer un error por desconocimiento de funciones que no son las suyas.
Por ello, solicitan que se les de más visibilidad -ya que se sienten trabajar en un sector del que nadie desea tener información- y que las traten como como a cualquier profesional a nivel de funciones, de infraestructuras, de equipos, de material y de salarios.
Tenemos que decir a su favor, que en general son profesionales que trabajan con interés y dedicación en las Enfermerías Penitenciarias, aunque también se les nota, en ocasiones, el cansancio y hastío debido a los problemas anteriormente referidos, sumados al ambiente reinante en dichas enfermerías y la actitud de algún que otro preso.
O se les mejora las condiciones que su colectivo solicita, o el trato a los pacientes internos se tornará complicado y, por ende, irá en detrimento de una buena relación con los presos y de su estado de salud.