Submitted by jorge on Mon, 08/04/2019 - 06:43
Continuamos con historias más propias de películas de ficción que de la realidad diaria de nuestra sociedad.
Si bien esta situación no es una novedad en el panorama de Agresiones y Abusos Sexuales con el que nos desayunamos un día sí y otro también, el colmo de este depravado fue, no solo el de comenzar a abusar y a mantener relaciones sexuales diariamente con su hija adoptiva a los 10 años de edad de ésta, sino que además la dejó embarazada a los 14 y, para rematar la jugada, la llevó abortar a una clínica de Tarragona.
Ahora, la hija, cuenta con 19 años de edad y denunció a su padre con 18 cuando observó que el progenitor se llevaba a su hermana mediana a una granja y sospechó que pudiera utilizar con esta hermana los mismo métodos que llevó a cabo con ella.
Estos desmanes sexuales del padre, con felaciones incluidas, se prolongaron desde los 10 a los 16 años de las niña, momento en que ésta le hizo frente y a partir del cual no volvió a tocarla, situación de la que no tuvo noticias la madre que salía a diario a trabajar, o quizás no quiso enterarse o aceptarlo, por lo que solo ha sido juzgado el padre.
Lo chocante es que, si bien la Defensa del acusado esgrimió durante el juicio la venganza de la niña hacía su padre por no ser su progenitor biológico y por burlarse continuamente de ella como motivo para denunciarlo, éste aceptara una conformidad de 12 años con la Fiscalía, que rebajó la petición fiscal inicial de Agresión a Abuso Sexual, dado que no quedó suficientemente acreditado el uso de la fuerza, aunque, por otro lado, mantuviera la petición de retirar al padre la custodia de sus tres hijas.
Destrozar la vida a una hija e intentar lo mismo con la otra tiene un valor de 12 años de prisión, que con buen comportamiento e historial penitenciario intachable puede dejarlo en la calle a los 6 años, pero claro, como el Abuso Sexual no da para más de 12 años, qué le vamos a hacer, se habrá consolado el Fiscal a la hora de llegar a un acuerdo con el Abogado Defensor y colgarse una nueva medallita a su larga lista de condenas.