Submitted by jorge on Tue, 04/06/2019 - 06:43
Nos es grato oír algo positivo sobre personas que pasan o han pasado por prisión y realizan o han realizado actuaciones dignas de mención.
Ya va siendo hora que la sociedad los mire con otra óptica que no sea la de la maldad, la marginalidad o la de la perdición, sino que también en este colectivo se da la bondad, la reinserción y las ganas de vivir y comenzar de nuevo.
En esta ocasión se trata de un preso de la prisión de Martutene que se encuentra en 3º grado y trabajando para una empresa en la que lleva décadas (esperaron durante su permanencia en la cárcel a que accediera a la semilibertad para continuar con su trabajo) realizando las mismas labores de limpieza en la localidad guipuzcoana de Hondarribia.
Junto a un compañero de trabajo se encontraba la noche del 8 de mayo reciclando materiales cerca de la muralla de la ciudad, cuando escucharon unos gritos de una mujer.
Al acercarse pudieron constatar que dicha mujer miraba a la alturas e imploraba a una niña de 12 años, supuestamente su hija, que bajase de ahí, ya que se encontraba en lo alto y al borde de la muralla y con intención de arrojarse.
De inmediato el recluso trepó en la oscuridad hasta la parte elevada de la muralla y se fue acercando al lugar donde se encontraba la niña, hasta que a unos 2 metros de distancia ésta lo vio. Entonces detuvo su avance y con buenas palabras trató de calmarla y hacerla entrar en razón, mientras su compañero de trabajo trepaba por el lado opuesto, acercándose sigilosamente hasta el lugar donde se encontraban.
Al final se abalanzaron sobre ella y lograron que se calmara, mientras los agentes de la Policía y los Bomberos acudieron al lugar.
Ambos fueron felicitados por los agentes y la madre, y así demuestran con esta actuación, que de la cárcel también se puede salir con ánimos de vivir en sociedad y sin volver a delinquir.