Submitted by jorge on Tue, 02/07/2019 - 06:43
En estos días, más concretamente el 28 de junio, en que se celebran en diversas ciudades del mundo manifestaciones en favor del colectivo LGTB, nos llama la atención que, no solo siga habiendo agresiones contra Homosexuales y Lesbianas, sino que en algunos lugares como en Cataluña estas hayan aumentado un 30% en 2019.
No hay que ir manifestándose con la bandera de los colores del arco iris ni propagar a los cuatro vientos tus opciones sexuales para respetar a este colectivo y, no solo a ellos, sino a todo el mundo de acuerdo a sus creencias y orientación sexual.
Lo que nos parece un despropósito y una carencia de principios básicos, es que agredan a una pareja de homosexuales por ser lo que son, como ocurrió en 2016 en Barcelona, cuando 3 jóvenes, utilizando como excusa la actitud del perro de una pareja de homosexuales, les comenzaron a amenazar e increpar, momento en que uno de los increpados tomó una foto al grupo provocador, tras lo cual, uno de ellos abandonó el lugar, sin embargo, los otros dos comenzaron a golpear a la pareja con un casco de moto hasta que uno quedo inconsciente, momento en que los agresores escaparon robándoles los teléfonos móviles.
Fueron ingresados ambos agredidos en el hospital, uno con fracturas en la nariz que le provocaron 2 meses de baja y el otro fue operado de una fractura en el maxilar, lo que provocó otros 3 meses de baja.
En estos días se iba a celebrar el juicio, pero ha sido suspendido hasta octubre debido a que la Defensa de uno de los acusados ha solicitado que el Tribunal realice unas pruebas a su defendido debido a que padece un trastorno de Hiperactividad y TDHA.
Así y todo, la petición fiscal es de 1 delito leve de Daños y 2 delitos de Lesiones con objeto peligroso perpetrados con Alevosía, por lo que pide 9 años de prisión y una multa de 1.080€ a cada uno de los agresores y al pago de una indemnización total a las víctimas de 55.000 euros, y 2 años al que huyó por un delito de Amenazas.
Además de esto, deberían obligarlos a tomar unos cursos centrados en la convivencia y el respeto por el prójimo, porque quizás, la cárcel, lo único que consiga es volverlos aún más intransigentes y homófobos, dependiendo de con quién se junten en los patios de las prisiones donde vayan.