Submitted by jorge on Tue, 07/01/2020 - 06:26
En los últimos años, el tráfico de teléfonos móviles en prisión ha aumentado a proporciones inimaginables.
Si hasta hace 15 años introducir un móvil en prisión era tarea harto difícil, por sus tamaños y componentes, además de por los partes muy graves que instruían a los internos que eran cacheados y se les localizaba estos móviles, hoy en día, el tamaño de los mismos y sus componentes plásticos permiten introducirlos de una manera sencilla a través de los Vis a Vis y los regresos de los internos de Permiso, dado que, una vez escondido en alguna cavidad corporal, el detector de metales no los localiza, en especial, cuando se separan las diminutas tarjetas Sim del aparato que son introducidas a su vez en los zapatos o pliegues de la ropa del preso.
Es tal la cantidad de móviles que son ingresados en las prisiones españolas, que el año pasado se decomisaron 1.500, una mínima parte de los existentes en los módulos. Además, si antes la Droga y el dinero de la calle eran las principales monedas de cambio utilizadas por los presos, hoy en día, el que posee un móvil dentro de las cárceles, tiene una pequeña parcela de poder y puede lograr, mediante su alquiler o trueque, ciertas ventajas y productos de valor.
Sí es verdad que en algunas prisiones existen los inhibidores de frecuencia que bloquean las ondas utilizadas por los móviles, pero no se utilizan en todas por falta de personal y debido a que los teléfonos de última generación con 4 y 5G funcionan a pesar de estos inhibidores, aunque estos últimos no sean habituales en los centros.
Los Funcionarios de Prisiones no son capaces de bloquear este trasiego de aparatos, ni por la escasez de personal ni por la difícil localización de estos pequeños artilugios.
Y todo esto, a pesar de que cualquier interno que se pueda costear una tarjeta de teléfono logra realizar 10 llamadas de 5 minutos a la semana, pero claro está, a números previamente autorizados por la Administración de la prisión.
Difícil situación que, en lugar de remitir, aumenta con el tiempo y la tecnología, que logra menores tamaños con mayores prestaciones.
En prisión siempre aparece alguna nueva treta para comerciar con diversos productos prohibidos una vez el dinero de la calle dejó se estar permitido por motivos obvios.