Submitted by jorge on Wed, 02/09/2020 - 06:45
En el post de ayer, comenzamos a abrir boca con el tema de los incendios en los chabolos penitenciarios de la mano de David Charlin y el incendio de su camastro.
Pero esto no es un caso excepcional, ni mucho menos.
Existen dos épocas del año en la cárcel de las cuales los Internos no desean ni hablar por lo sufridas y desesperantes que resultan, y que no son otras que las navideñas y el verano, en especial, el mes de agosto, por la falta de visitas, el calor, lo extenso de los días y la falta de actividades y movimientos judiciales.
Por ello no nos sorprende que este pasado mes comenzara con la quema de la celda de Charlín y continuara con otros 6 incendios provocados, entre otros, uno en Madrid II, donde un joven provocó una humareda con la quema del colchón que, aunque ininflamable, creó la suficiente cantidad de humo para que el resto de Internos fueran trasladados de módulo y un Funcionario fuera atendido en urgencias.
Otro ocurrió en la prisión de Dueñas, donde un preso peligroso quemó su celda en la madrugada y, días después, un extranjero prendió su celda y creo una humareda que obligó igualmente a trasladar a sus compañeros de módulo.
Uno más acaeció en la prisión madrileña de Estremera, donde un preso se autolesionó para posteriormente incendiar su celda, siendo trasladado a un hospital con quemaduras en todo el cuerpo y una severa intoxicación.
Así, alguno más que redondearon un mes de agosto record en quemas penitenciarias, un modo de llamar la atención y exigir mejoras que utilizan regularmente los presos, dada la facilidad con la que cuentan para adquirir encendedores, los materiales inflamables necesarios y que tienen a su alcance y los trucos que conocen para aumentar la humareda y hacer saltar los sistemas de seguridad con el calor que desprende el incendio.
Una táctica más cuando con o sin razón no se logran las respuestas buscadas a las peticiones solicitadas.