Submitted by jorge on Tue, 06/10/2020 - 06:26
Aunque nadie deba desear la muerte de una persona, hay circunstancias en que más de uno se puede alegrar o, por lo menos, no apenarse en absoluto por la muerte de un individuo que ha hecho mucho mal y causado un dolor intenso a terceras personas.
Este es el caso del "violador de la Vall d'Hebron", José Rodríguez Salvador, de 61 años, que ha sido hallado muerto en una zona boscosa de Barcelona y, aunque los Mossos d’Squadra comentan que pudo ser un accidente, aún no está claro el motivo de su muerte.
Este violador múltiple fue condenado a 311 años de prisión por 17 agresiones sexuales, por lo que salió en septiembre de 2007 de la prisión de Quatre Camins, aunque sin el visto bueno de la Junta de Tratamiento, en especial, de los psicólogos que aseguraban que no estaba rehabilitado.
Por ello, la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) solicitó en 3 ocasiones que se le aplicara la doctrina Parot para que tuviera que pagar condena por cada uno de los casos, pero esta solicitud no se tuvo en cuenta hasta que el Tribunal Supremo admitió el recurso de la Fiscalía y el expenado tuvo que entrar de nuevo en prisión a terminar de pagar su condena, situación que se dio en 2012, cuando por fin salió de la cárcel tras cumplir 20 años en total.
Los Mossos realizaron un seguimiento del personaje durante unos años, pero después el ex condenado siguió llevando una vida “normalizada “ en Libertad hasta que su familia dio la voz de alarma el pasado sábado, momento en que comenzó la búsqueda que ha terminado con el hallazgo del cuerpo de Rodríguez Salvador al final de un terraplén.
Puede que su muerte haya sido accidental, también que algún familiar de una de las 17 víctimas se tomara la Justicia por su mano, lo que si tenemos claro es que pocos llorarán su muerte y menos, los compañeros de prisión, donde el delito de Violación y/o Agresión Sexual es el peor catalogado entre los propios presos.
Este hombre ha dejado demasiado dolor a sus espaldas, motivo por el que más de uno se haya alegrado de su muerte.