Submitted by jorge on Tue, 03/11/2020 - 06:26
Hay cosas que no se entienden y que dejan al ciudadano medio, primero descabalgado y, con posterioridad, indignando.
Esto es lo que está ocurriendo con algunas visitas de familiares a presos, en especial, a algunos presos etarras residentes en cárceles de provincias distantes a las del País Vasco.
Según el Real Decreto 926/2020 del 25 de octubre, se declara el Estado de Alarma y en lo referente a desplazamientos para las visitas de familiares a Centros Penitenciarios se estipula que «siempre que cuente con la pertinente autorización emitida por la Autoridad Penitenciaria, y que se permitirá el desplazamiento fuera de la Comunidad Autónoma Vasca (CAE), cuando la comunidad de destino lo permita».
Pues en el caso que vamos a tratar no se cumplían dichas reglas, ya que la prisión de Brieva, Ávila, donde se hospeda la presa etarra María Soledad Iparraguirre, “Anboto”, condenada a 122 años de cárcel por varios asesinatos, se encuentra en Castilla y León, comunidad que cuenta con un cierre perimetral de su territorio y la del País Vasco, de donde procedía el hijo de esta, Peru Albisu, y que iba a visitar a su madre, no solo cuenta con un cierre perimetral sino también, con la imposibilidad de pasar del propio municipio donde se reside a otros.
Y ahora, que la mayoría de comunidades tienen cerradas sus fronteras y nadie puedes desplazarse entre ellas, nos venimos a enterar que el hijo de esta presa pudo visitarla este sábado en Brieva, durante el puente de todos los Santos, mientras el resto de españoles se quedaban confinados en sus respectivas Comunidades o Municipios.
Pero no se trata de un caso aislado, ya que familiares de otros presos etarras y de presos con tipo de condenas diversas, también han podido visitar a sus familiares presos, ya que la Ley no está clara y algunos aprovechan para saltársela.
Pero además del confinamiento de las Comunidades Autónomas, están las prohibidas las Comunicaciones y Visitas en la mayoría de las prisiones españolas, por lo que no se entienden estos casos que parecen adaptados a la medida de algunos presos “especiales”.
En mayo ocurrió otro tanto de lo mismo, cuando los presos etarras Iñigo Gutiérrez Carrillo y su pareja Maria Lizarraga Merino encarcelados en la prisión valenciana de Picassent, recibieron la visita de sus familiares por “motivos humanitarios”., mientras las cárceles aún tenían bloqueados las Visitas y Comunicaciones de cualquier tipo.
Si vamos a jugar, juguemos, pero todos con las mismas cartas y sin guardarnos ases en las mangas; sí unos presos pueden recibir visitas en tiempos de confinamiento, T-O-D-O-S tendrán el mismo derecho, pero no unos pocos sí (quizás por intereses políticos) y el resto no.
Este trato nos parece de injusto para los de Internos y Ciudadanos en general que observan como las Leyes siguen no siendo iguales para todos.