Submitted by jorge on Thu, 26/11/2020 - 06:26
Hasta hace unos 15 años, tener un teléfono móvil en prisión era un lujo y un peligro, dado que apenas existían en los patios, eran de tamaño medio-grande y si lo localizaban en un cacheo, terminabas con un parte disciplinario Muy Grave en Aislamiento y la apertura de un expediente disciplinario.
Hoy en día, los móviles pululan como las chinches en las cárceles españolas, se localizan en todos los módulos y en gran parte de las celdas, encontrándolos de todos los tamaños y usos y no por ello, deja de ser grave el hecho que te confisquen uno, situación similar a la anterior, aunque algo menos grave en cuanto a las represalias se refiere.
Los más solicitados son los minis, de unos 6 cm. de longitud y de fácil compra e introducción en prisión, pero que solo sirven para realizar llamadas.
También están los normales, los 4G que transmiten datos -Internet, WhatsApp, Redes Sociales, etc.-, además de llamadas, aunque son más complicados de introducir.
La introducción, como ya casi todos conocen a estas alturas, es a través de las Comunicaciones -empetado en el cuerpo o ropa de los familiares-, algún que otro Funcionario u otros voluntarios, trabajadores externos, maestros..., que los traen y los venden, los Internos que regresan de Permiso, o casos como el lanzamiento de pelotas de tenis cargadas desde el exterior o a través de drones que los dejan caer directamente en el patio.
En lo que si se diferencia el uso de los móviles de ahora a los de hace 15 años, es que hoy en día se utilizan no solo para llamar y recibir llamadas, sino para comunicarse a través de WhatsApp, colgar fotos y vídeos y enviarlos, intercambiar correos electrónicos y hasta crear perfiles propios en Redes Sociales donde interactúan con personas en Libertad colgando noticias, vídeos, fotos y recibiendo Likes, amistades y todo tipo de contactos, como es el caso de un tal José Luis Brito, luchador de Capoeira y recluido en el Centro Penitenciario de Algeciras, Cádiz, y con más de 38.500 seguidores en Instagram o Facebook, y que interactúa con ellos pidiendo que le escriban a la prisión de Algeciras, aportado los datos para ello.
En nuestras prisiones se reciben los móviles nuevos para después venderlos de 2ª mano, alquilarlos por días, horas o llamada, vender las tarjetas SIM, y dado el mercado subterráneo existente, los cacheos son continuos y cada día se confiscan unos 7 móviles a nivel nacional, 2.672 en 2019.
Pero además de las llamadas familiares, el intercambio de videos y las fotos de bailes y pachanga, también se utilizan para amenazar a parejas, a socios, a rivales, para dar ordenes de muerte, para traficar, para, para, para…
De ahí que se persigan con ahínco y que los partes disciplinarios perjudiquen los historiales penitenciarios de los sancionados y estos demoren más en acceder a la Libertad.
¿Vale la pena el riesgo por unas risas, por unas lágrimas, por amor, por odio?