Submitted by jorge on Fri, 12/03/2021 - 06:26
Siempre hemos afirmado que en las prisiones mueren presos, ya sea por sobredosis de Drogas y/o Fármacos, enfermedades como el VIH, Hepatitis C y otras, por peleas con pincho, por suicidios...
El problema es que la mayoría de estas muertes no trascienden a la opinión pública, se mantienen silenciadas por el Ministerio del Interior y solo unas pocas salen a la luz, de ahí que la sociedad no esté informada de estos fallecimientos que, por otra parte, se dan a menudo y ahí quedan, entre las 4 paredes.
Este lunes 8 de marzo, en la prisión de Botafuegos, Algeciras, un Interno de 19 años procedente de la prisión de Ceuta, apareció colgado de una sábana en la ducha de su celda.
Sabiendo que estos casos no son tan extraños en nuestras prisiones, lo que si es llamativo, es que en una prisión central de una provincia no haya un puesto de Psiquiatra como en el resto de prisiones de España, donde estos profesionales tratan o, por lo menos, medican, a los Presos con características depresivas o similares y que puedan ser prototípicas de suicidios.
Y si no cuentan con este puesto de Psiquiatra, lo mínimo que tenía que haber hecho la Administración de dicho centro es haberlo tenido en observación o con un Interno de apoyo continuo, ya que en las entrevistas de ingreso realizadas por el Educador, la Trabadora Social o el Médico de turno, se vislumbra habitualmente este tipo de padecimientos, máxime, en este caso, que ya contaba con un historial de agresiones e intentos de suicidio amplios.
Lo único con lo que en esta prisión cuentan es con un Psiquiatra externo que acude 3 veces al mes al centro, algo parecido al que tiene una tía en América, es decir, como si no existiera.
El informe de los Funcionarios de esta prisión es que este Interno, “de 19 años y origen magrebí, llegó a Botafuegos en diciembre de 2020 proveniente de la prisión de Ceuta, y después de "amplias vicisitudes penitenciarias", se le consideraba inadaptado al régimen ordinario de vida, y había estado inmerso en peleas, estando tres veces aislado por razonas de seguridad, y aplicándosele, también tres veces el protocolo de prevención de suicidios. La última de estas situaciones ocurrió solo tres días antes de su muerte, cuando fue trasladado a la enfermería tras haber consumido tóxicos y donde agredió a un funcionario”.
Por lo tanto, era carne de cañón y su muerte era una “crónica de una muerte anunciada”, algo que la Junta de Tratamiento de esta prisión parece ser no tuvo en cuenta.
Insistimos como en los post de ayer y anteayer que, o I.I.P.P. toma cartas en el asunto y contrata más Funcionarios, Médicos y personal de Enfermería, o estos hechos seguirán ocurriendo y, como no trascienden, aquí no pasa nada.