Submitted by jorge on Wed, 31/03/2021 - 06:26
Sí, porque como habitualmente escribimos, el que roba o agrede a un ser indefenso o carente de la fuerza del agresor, es un ser miserable.
Y esto es lo que ha ocurrido en Sevilla, donde un matrimonio de ancianos octogenarios sufrió el robo de sus ahorros de toda la vida a manos de unos jóvenes.
La mujer de 86 años fue hospitalizada hace algo más de 1 mes, por lo que el marido se trasladó a vivir con ella al hospital, motivo por el cual, su domicilio quedó cerrado, y él, previendo un posible robo u ocupación domiciliario, tomó los 40.000 euros de ahorros que ahí tenían y los guardó en la taquilla que les habían asignado en el hospital.
Sin embargo, ellos compartían habitación con otro paciente y, quizás, en alguna conversación suelta de los ancianos, comentaron que habían traído sus ahorros al hospital, lo que escucharon unos familiares jóvenes del otro paciente.
El 15 de marzo el marido revisó la taquilla y observó que había sido desvalijada y su “fortuna” había desaparecido, por lo que denunció el caso ante la Policía Nacional de Sevilla, que de inmediato comenzaron a realizar una investigación arrancando con ella en el hospital y visionando las cámaras ahí instaladas.
Una vez identificados los 2 sospechosos, registraron el domicilio de uno de ellos sin encontrar el dinero, pero supieron por boca de este, que a su compañero de andanzas, que no era otro que su hermano menor, le había ido a buscar a su casa un grupo de encapuchados y que enterados que éste se había hecho con una cantidad importante de dinero, trataban de desvalijarlo.
Sin embargo, la Policía, lo localizó primero y tras detenerlo, confesó donde había enterrado el botín en una zona de campo, botín que fue hallado gracias a un perro entrenado para la búsqueda de dinero.
Los ahorros les fueron devueltos por la Policía a la pareja de ancianos, que fueron acompañados al banco para que, por seguridad, lo ingresaran.
Los jóvenes fueron detenidos e imputados por un delito de Hurto, ingresando el mayor en prisión y el menor en un Centro de Internamiento de Menores.
Una historia con final feliz, pero que en la mayoría de las ocasiones terminaría con el botín en manos de los “Malos” o, en ocasiones, de los “Buenos” que detienen a los “Malos” y se reparten el botín de estos.
Por suerte, en este caso, los “Buenos” se comparecieron de la edad avanzada de la pareja y de tratarse de sus únicos ahorros.