Llegamos. Desde el ventanuco del autobús de la Guardia Civil -en este primer momento aún no conozco el término
Canguro con el que se denomina este tipo de transporte- diviso con dificultad los contornos plomizos de una prisión.
Hemos salido tarde del juzgado, de nuestra comparecencia ante el juez, y la hora de llegada al centro no es la habitual en la vida rutinaria del lugar. Además, después de permanecer durante tres días y dos noches hospedados en los calabozos subterráneos de un centro de detención, nuestros ánimos no dan para mucho juego.
Tampoco la cárcel de Alcalá-Meco es el lugar idóneo para subir el ánimo de unos pardillos novatos en estas lides. Es anticuada, gris y oscura, nada que ver con las nuevas macrocárceles que con el tiempo también llegaré a conocer.
Nos hacen descender, sueltan nuestras esposas y nos entregan a unos mendas de azul: los funcionarios. Estos nos reciben junto a los documentos y nos conducen a una amplia habitación. Una luz mortecina alumbra pobremente las amarillentas paredes, poco el suelo y apenas nuestro desanimo. Permanecemos con la cerviz gacha, los brazos colgantes y sin movernos del lugar donde nos depositaron, mientras los funcionarios, en la habitación de al lado, conversan y preparan nuestras fichas.
Marco Conte aparece en el umbral de la puerta con una cámara Polaroid en su mano. ¿Pero qué coño hace este banquero aquí, a estas horas de la noche y dedicado al oficio de retratista instantáneo?, pienso.
-Hola chicos, os voy a tomar unas fotos. A ver, colocaos frente a esas marcas. Tú primero- me suelta a mí.
Después de tomar las instantáneas de todos, de frente y de perfil, sale de la habitación sin apenas cruzar unas palabras, sobrado. Ahora entran los funcionarios que nos palpan con sus guantes de latex -pronto conoceré la palabra Cacheo, más propia de estas casas-, sacan nuestras pertenencias de los bolsillos y de alguna bolsa que traemos y nos toman las huellas -Huellar para los compis-.
Antes de ser conducidos al módulo que ellos llaman de Ingresos, nos entregan unas bolsas plásticas con artículos de higiene personal, unas sábanas y mantas.
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