Robus, y a sabiendas de que debía entrarle con la modestia propia de un desconocedor de los entresijos del submundo callejero, se entrevistó con el letrado y contrató sus servicios con los escasos recursos de que disponía la familia, adujo. Bremondez, después de estudiar el caso, visitar al acusado en la prisión de Valdemoro y sopesar la situación, estuvo en condiciones de vaticinar a Robustiano lo que podía esperar a futuros.
-Mira, tu hermano tiene la ventaja de ser menor de edad. Partiendo de esa base, lo demás depende de la instrucción del sumario y de los testigos que reúna la acusación. Pero de lo que no me cabe la menor duda es de la petición fiscal que harán: intento de homicidio y portar un arma de fuego sin su correspondiente permiso.
-Pero, pero, señor Bremondez, el Venancio se defendió del menda ese. Todo fue en defensa propia, como en las pelis, chachi que sí –corroboró resuelto el joven.
El abogado no pudo más que ocultar una sonrisa. Se había percatado de la madurez y dotes de mando del joven a pesar de su edad, aunque por otro lado observaba esa vena infantil propia de la incultura. Se conjugaban en él una variopinta gama de matices que no ocultaban, sin embargo, una personalidad dura y capaz de cualquier acción.
Bremondez dedujo, desde la primera visita de Robustiano, que el muchacho no era lo inocente que aparentaba ser ni que su condición económica sufriera un descalabro como éste le quería hacer creer. No obstante, mantuvo sus pensamientos ocultos a la vista de su cliente y continuó con la defensa de su hermano menor. Había un no sé qué en ese muchacho que le impedía rechazarlo como cliente.
-Bien, eso es lo que trataremos de demostrar nosotros, aunque tú y yo sepamos que no fue así.
La conversación entre ambos se mantuvo por los senderos de la estrategia defensiva y eso prendió con total claridad en los pensamientos pesimistas del chico.
Al Venancio, después de un año de prisión preventiva, lo soltaron afianzado por los 10.000€ que su hermano desembolsó sin ningún tipo de aspaviento. Organizaron junto a su abogado una buena estrategia de defensa y tras ello se sentaron a esperar fecha de juicio que, tal como vaticinó Bremondez, tardaría años de esos de contar con los dedos.