Si es tu primer día lo descubrirás por ti mismo, y si no, ya lo sabrás… Si pensabas que estar abajo en el patio y la sala común era lo peor, estás equivocado. La ventaja es que lo que verás ahora no te asustará tanto.
Ha terminado la cena y la gente comienza a subir a las celdas. Se abre el rastrillo de acceso a las plantas altas y la gente empieza a subir. Sin prisa, indolentemente algunos, apresurados otros. Las celdas estarán abiertas cuando tú llegues y es cuando comenzarás a ver las cosas más raras del día: Un compi que acaba de alquilar una tele y pasa con ella sobre el hombro, misteriosas reuniones en los chabolos, gente cargada de fruta, intercambio de muchas cosas, e incluso alguien sangrando por alguna parte de su cuerpo tras una pelea o un “escarmiento”.
Debes saber algo. Los funcionarios no pueden verlo todo, pese a que hay cámaras por todas partes, pero hasta 140 personas pueden comenzar a moverse a la vez por unas escaleras y los pasillos de dos pisos. Es casi imposible controlarlo todo. Las escaleras tienen recodos y están oscuras, los pasillos son largos y dentro de las celdas no hay cámaras. En las cárceles modernas las celdas se cierran a la vez a distancia, y en las antiguas, a mano, se tarda bastante en cerrarlas todas. Hay tiempo de sobra para hacer muchas cosas. El funcionario puede tardar mucho en llegar si estás en apuros, y si lo que quieres es hacer algún trapicheo es el momento adecuado, desde la subida tras la cena hasta el chape puede pasar un mínimo de 10-15 minutos, a veces hasta 30, dependiendo de muchos factores. En los módulos de destino o de respeto a veces se tiran el rollo más tiempo todavía.