Tal reorganización del negocio puso en pie de guerra al grupo de estupefacientes que, ya con Ismael a la cabeza, fijaron como prioridad el desmantelamiento de esa agrupación de chicos malos. Obtuvieron órdenes judiciales de ver, escuchar y entrar en caso necesario y así los mantuvieron bajo observación durante largo tiempo. Hasta que llegado el momento –el que ellos pensaban que era, aunque patinaron de plano- intervinieron a más de una docena de integrantes del clan, entre ellos a Robustiano y su familia. Destrozaron sus casas en busca de algo, decomisaron sus coches, bloquearon sus cuentas y los enviaron, custodiados y engrilletados, a la Audiencia Nacional, con mujeres, niños y todo lo que se moviera. Y ahí fue donde conocí a varios de sus chicos. Del calabozo de la Audiencia dispersaron a los diferentes integrantes de la banda a las diversas prisiones de Madrid. Con nosotros aplicaron idéntico procedimiento. Nada teníamos que ver con los Florida, apenas nos encontramos en los calabozos, pero nos desperdigaron de igual manera por diferentes cárceles.
Pero nada; nada encontraron en los registros realizados a los chicos y por goteo los distintos integrantes del grupo fueron abandonando las diferentes prisiones, todos menos el jefe. Y a Robustiano lo cambiaron de prisión; vino a dar con su cuerpo en mi patio, seis meses después de nuestro encuentro en los calabozos de la Audiencia, aunque yo a él no lo conociera personalmente.
Se lo encalomaron a Pablo en el chabolo. Pablo era un skin de cabeza hueca pero bíceps de buey. Condenado por dos homicidios a la salida de un partido de fútbol y en compañía de su panda de neonazis descerebrados, había logrado la exclusiva ventaja de vivir en soledad en una celda para dos. Para ello amedrentó a medio módulo a base de hostias y delicados adjetivos. A su último compañero de habitación, otro skin llamado César, aunque de menor rango y corpulencia, lo sodomizaba y obligaba a hacer de machaca. El pobre César soportó estoico durante meses esos maltratos por miedo a ser herido en un descuido de patio o pasillos.