Franco, en un comienzo, no colaboró con el gobierno francés en la detención y extradición de éstos a ese país, dejándolos deambular por el sur de Europa mientras no cometieran desmanes en España; esto en un principio, ya que la cosa cambió con el devenir de los años y de los hechos.
Por su parte los franceses y en agradecimiento al Caudillo, enfrentaron el problema etarra mirando hacia otro lado y convirtiendo el suelo del sur de Francia en un santuario para los terroristas vascos. Pero todos presentían que ese enconamiento entre ambas naciones se venía arrastrando de tiempo atrás, de sus diferencias coloniales en el norte de África.
Bueno, volviendo a casa. Sí se produce una movida en la galería, ya se encarga el cabo de varas de controlar la situación. Pero sí en el problema se ve involucrada la gente que me rodea, amigos, machacas o compis, entonces la solución he de darla yo y para ello no me ando por las ramas: o tomo una decisión salomónica e imparto justicia a las bravas, o mando dar una lección ejemplarizante al culpable de los desmanes. Para ello cuento con un par de mendas duchos en sobadas de hocicos y hasta de perforaciones de hígado si el caso así lo requiere. Sé que suena duro y podréis pensar que soy un viejo desalmado, pero he probado todos los métodos posibles y aquí, la eficacia, se consigue por la vía directa; maricadas las justas, ya que si alguien percibe un atisbo de debilidad por tu parte, te conviertes en un cadáver anunciado.
El otro día, sin ir más lejos, un negro africano se enzarzó con un magrebí. Lo que comenzó como una pelea limpia, a puños y poco más, derivó en un final marcado por un reguero de sangre y el negro sacado de la galería a hombros y fiambre. Los gichos no entraron, ni falta que hacía, ya que el cabo de varas envió a dos de sus machaquillas a retirar al morcillón ese, desangrado y sin vida, a la enfermería.
Pero los que sin lugar a duda crean un mayor desasosiego y provocan discusiones diarias en la galería son los travelos. Son tres y comparten chabolo en el primer piso, es decir, que las nenas no tienen que hacer el esfuerzo de subir las escaleras con la compra y en tacones para llegar a casa. No entraron todas a la vez, ni mucho menos.
