Siempre se ha dicho, que los grandes magnates y empresarios de altos vuelos callan la boca de sus hijos con buenos regalos, excelentes viajes y una tarjeta de crédito inagotable, ante la falta de tiempo que les queda para conversar con ellos y analizar sus problemas, los problemas inherentes a la infancia y a la juventud. De ahí que algunos de esos chicos se enganchen a la droga y a otros vicios, y terminen en prisión o en un gabinete psicológico.
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